La historia del ajedrez, en relación al encuentro de Alejandro Magno y su ejército con los ejércitos indios.
Cuando Alejandro Magno marchó contra la India en el año 326 a.C., se le enfrentó una masa de infantería, caballería, carros y elefantes. Este tipo de ejército indio tradicional, dividido encuatro sectores, se reflejaba en las piezas utilizadas en un antiguo juego indio de tablero, el chatarunga, que significa "cuatro partes" o brazos; éste a su vez fue reemplazado por un juego reconocido ya como ajedrez hacia el año 500 de nuestra era, fecha de su primera mención escrita.
De la India no tardó en extenderse a Persia (hoy Irán) donde se hizo popular. Los persas heredaron muchos nombres y términos familiares del ajedrez. Los infantes eran piyadah o peones y el carro, hoy torre, se llamaba rukh, origen de la palabra "roque", con la que a veces se denomina la torre, así como del término "enroque". Shahmar significa "el rey está perdido" y de ahí el "jaque mate", el momento crítico en el que el rey de uno de los jugadores no puede escapar a la
captura y pierde la partida. El "jaque mate" evoca los antiguos usos de la guerra, cuando un rey capturado, por el que se podía pedir rescate, valía más que muerto. En el siglo VII de nuestra era, el imperio persa sucumbió ante el Islam y el ajedrez viajó con las conquistas islámicas desde España, y más tarde por toda Europa Occidental, hasta las puertas de Constantinopla, de donde los vikingos lo llevarían al lejano norte.
Las leyendas acerca del ajedrez son ricas y variadas; como la famosa historia de Alfonso VI, rey de Castilla y León que en 1087 sitió la ciudad mora de Sevilla, cuyo rey Al Mutamid, en su afán de salvarla, ofreció al sitiador un magnífico juego de ajedrez de ébano y sándalo y lo desafió a una partida; el que ganara conservaría el tablero y las piezas; al perdedor habría de concederle un deseo. Alfonso fue derrotado y aunque se quedó con el juego, tuvo que acceder al deseo del rey moro, que no fue otro sino que levantase el sitio.
Este juego fue considerado, durante siglos una excelente prueba de carácter. Las historias abundan en reyes que otorgan o niegan la mano de su hija según se comporta el pretendiente en el tablero.
Durante el siglo VI, la reina (conocida originalmente como el ministro, consejero o visir) se convirtió en la pieza más poderosa del tablero y el ajedrez adquirió la forma que le aplicamos actualmente.
El Ajedrez tiene muchos puntos de contacto con la ciencia y con el arte. Como todo aspecto científico tiene sus leyes y estas son las leyes del juego de posición establecidas por Steinitz a mediados del Siglo XIX, estas
reglas tienen una gran similitud con las establecidas para la planeación estratégica de los negocios desde varios puntos de vista. La palabra estrategia etimológicamente deriva del vocablo strategos que inicialmente se refería a un nombramiento del general en jefe del ejercito. Más tarde pasó a significar "el arte del general". Y ya en tiempos de Alejandro de Macedonia (330 a.C.) el término hacia referencia a la habilidad para aplicar la fuerza, vencer al enemigo y crear un sistema unificado de gobierno global.
En el mismo origen del ajedrez, existe esa gran similitud con el concepto militar, el origen del juego se remonta, según la leyenda, a las lejanas tierras de la India hace muchísimos años. Se trata del juego inventado por Lahur Sissa para lograr que el Rey de la Peia de Taligana, saliera de la profunda tristeza en que se encontraba por la pérdida de su hijo Adjamir en el campo de batalla. El juego contenía la idea de dos ejércitos, donde los peones representaban la infantería, los caballos la caballería, las torres elefantes de guerra y los alfiles, los visires del rey, la reina representaba el espíritu del pueblo y el rey por último, como el soberano cuya pérdida representaba la derrota. El Rey, de nombre Iadava, quedó tan satisfecho con el juego que le concedió a su inventor el regalo que él pidiera, es conocida la anécdota de que pidió un grano de trigo por la primer casilla, dos por la segunda, cuatro por la tercera, dieciséis por la cuarta y así en progresión geométrica hasta llegar a la número sesenta y cuatro. El Rey que en principio aceptó, pronto se dio cuenta que ni con toda la producción de trigo del mundo podría cumplir lo prometido.
El astuto inventor elevó al Rey de tal obligación y le hizo ver que no debía prometer sin cerciorarse de poder cumplir, el Rey
que aceptó el valor de la enseñanza, nombro a Sissa Visir del Reino.
HAGA CLICK SOBRE ETIQUETA Y VERÁ LAS ENTRADAS RELACIONADAS CON EL TEMA
No hay comentarios:
Publicar un comentario