El segundo principio de las cooperativas es el control democrático de sus miembros. En un grupo de personas que quieren aprender juntas a jugar ajedrez, se pueden dar variadas y ricas experiencias. Veamos algunas posibilidades. Juntos jugamos, juntos nos formamos, juntos enseñamos.
Los asociados a un Club de Ajedrez Cooperativo, son los que deciden para que se han unido, cuáles son sus metas y el fin que quieren alcanzar. Esto tiene que ver con la edad de sus miembros que determina el momento de su vida y sus necesidades y con la relación que tengan con la institución en la cual están amparados. Si son niños o pre adolescentes y se encuentran dentro de una institución escolar, seguramente sus metas serán el aprender a jugar y formarse para jugar mejor, pero lo cooperativo estará marcado con el ayudarse mutuamente en este proceso. Todo lo que uno aprende ayuda al resto a avanzar. El control democrático de los contenidos y el proceso de aprendizaje, incluirá los temas que los alumnos quieran, pero también la relación de la ajedrez con las otras materias y con la formación de la personalidad y la vida de los alumnos. El valor cooperativo del control democrático de los miembros puede estar en la elección de los temas, del modo de reunión y juego y cómo analizar las jugadas y las partidas. También la decisión de realizar torneos propios y participar en torneos externos. El modo de medir el nivel de los participantes y el compromiso de enseñar a otros. Pueden surgir clubes cooperativos de ajedrez en centros juveniles de distinto tipo, como clubes deportivos, parroquias, centros políticos partidarios,etc. Seguramente sus metas variarán en parte por el fin que tienen, aunque en general el objetivo es la difusión del ajedrez, como placer, pensamiento estratégico, y forma de vida, entre los jóvenes. Puede incorporar el compromiso social, político y religioso, o simplemente deportivo formativo. El jugar ajedrez es también una forma de ser.
Con los adultos mayores, las metas pueden ser divertirse juntos, enseñar a los nietos, teniendo un espacio para jugar con ellos. Sobre todo aprender algo nuevo, desarrollar la capacidad neuronal en áreas no trabajadas, prevenir la demencia senil o el mal de Alzheimer, ser feliz en el desarrollo de un juego ciencia. El sentido de la vida se va descubriendo cuando se aprende a vivir la tercera edad como la edad de la sabiduría. Si sus miembros son parte de un centro de jubilados, que lindo sería verlos desarrollar tres torneos al año para jugar con sus hijos y nietos. El principio de control democrático de sus miembros es el que se puede manifestar en formar una pequeña biblioteca sobre el tema en el centro, el tener tableros propios y descubrir el pensamiento estratégico como una forma de vivir. En mi experiencia personal, mi vocación en relación con el ajedrez, nace del deseo de que jóvenes de barrios humildes y carenciados, se desarrollen en la solidaridad y en el pensamiento estratégico para que puedan insertarse con éxito en la vida social y laboral.
Julio Daniel Nardini
Como formé un grupo de ajedrez en el colegio
Las Naciones Unidas y el club cooperativo de ajedrez
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